La supervisión bajo una mirada gestaltica


Serge Ginger

Traducción de Miguel Albiñana


He sido supervisor de educadores especializados, de formadores y de psicoterapeutas desde hace treinta años. Mi esfuerzo en este capítulo (1) está dirigido a desarrollar los aspectos específicos desde el enfoque gestáltico en relación a mi experiencia.

Eh las reflexiones que establezco, he elegido desarrollar en particular dos temas principalmente:

1.- Un a supervisión gestáltica de Gestaltistas;

2.- Una supervisión en tanto que “anti-formación”.

En el anexo final se pueden ver algunas definiciones más precisas de varios tipos de supervisión así como una breve bibliografía internacional.


EL ENCUADRE DEL TRABAJO


Voy a hablar esencialmente de la supervisión en “grupo pequeño” que me parece particularmente enriquecedor en cuanto que cada sesión permite evocar casos originales, tanto para los principiantes (que de esta manera se inician a una variedad de situaciones) como para terapeutas veteranos (que pueden intercambiar reflexiones teóricas y clínicas sobre casos complejos o excepcionales).

Algunos de mis grupos reúnen a cuatro psicoterapeutas de la región de Paris para una sesión de unas cuatro horas, cada dos semanas, lo que hace una veintena de sesiones al año. Otros grupos se forman con terapeutas que vienen de toda Francia o del extranjero y comprenden siete personas con una duración de una jornada completa una vez al mes (es decir unas diez veces al año)= Cada uno de los terapeutas participa de esta manera en unas 75 horas efectivas de supervisión al año. Algunos son asiduos desde más de diez años, varios de cuatro a siete años, pero la mayor parte está en mis grupos una media de dos a tres años consecutivos, después de que les sugiera que cambien de supervisor para enriquecer su experiencia con una mirada y estilo diferentes.

Acepto por iguala a terapeutas que practiquen Gestalt en sesiones individuales como en grupos terapéuticos continuados (que reúnen a clientes fijos durantes varios meses). También acepto a algunos formadores o coaches que trabajan en empresas y que utilizan explícitamente ala Gestalt como referencia. En cada grupo participan así mismo psicoterapeutas de otros enfoques: análisis transaccional, terapia centrada en la persona, análisis psico-orgánico, etc., bajo la condición que acepten mis indicaciones que son predominante gestalticas. La mezcla deliberada de orígenes y de veteranía profesional constituye para todos un enriquecimiento cierto.

En mis grupos recibo excepcionalmente y por un tiempo limitado a algunos principiantes que todavía no tienen ningún cliente y quieren prepararse mejor mediante la escucha de las dificultades concretas con las que se encuentran los colegas.



En esos casos mi deseo es que encuentren lo antes posible a tres clientes para iniciarse y que limiten sus clientes durante un cierto tiempo. En efecto: la experiencia demuestra que un solo cliente lleva demasiada carga: ocupa demasiado el ánimo del joven terapeuta, que tiende a dramatizar las dificultades o los fracasos, así como a sobrevalorar los resultados positivos. Por otro lado, presenta necesariamente un perfil específico y el terapeuta corre el riesgo de encerrarse rápidamente en actitudes particulares. Eventualmente bien adaptadas al caso pero que, a la larga, podrían convertirse en actitudes estereotipadas. Si el terapeuta se inicia con dos clientes, tiene una tendencia a compararlos, en lugar de considerar a cada uno de ellos por sí mismo. Es por ello que la cifra de tres me parece una buena muestra para empezar, con la reserva de que sean bastante distintos (en edad, categoría social y tipo de problemas). Desaconsejo, a la inversa, que se aumente este efectivo inicial antes de que el terapeuta principiante haya analizado suficientemente su propio estilo de intervención y sus principales reacciones contra-transferenciales.


SESIONES VARIADAS


Con el tiempo, he puesto reglas de funcionamiento relativamente flexibles, adaptadas a las necesidades variadas de los terapeutas de niveles y personalidades distintas.

De esta manera, algunos hablan re manera regular del mismo cliente, lo que permite un seguimiento pormenorizado, en tanto que otros tratan durante la sesión de varios clientes o de situaciones específicas. La mayor parte se refieren a resúmenes de sus sesiones, en tanto que otros proponen juegos de roles (jugar a se el cliente, un amigo del cliente el supervisor, alguien que investiga o hace una encuesta sobre la psicoterapia…), o incluso los hay que traen grabaciones en audio o en vídeo. Algunas sesiones dan lugar a largos intercambios teóricos sobre alguna patología (suicido, adicción…) o sobre el enfoque gestáltico (confluencia, proyección, paso a la acción…)

A veces, uno de los participantes pone en escena una sesión terapéutica breve con uno de los colegas, bajo la directa supervisión del grupo. No se fija un tiempo específico para cada uno de manera rígida: uno trabaja media hora, otra hora y media, según el interés de la situación revelada, pero todos “pasan” en cada sesión. Cada jornada está lejos de se monótona y se mantiene el interés durante varias horas de trabajo gracias a las variaciones de ritmo y de estilo.

Como ilustración de la riqueza y de la variedad de una supervisión en grupo pequeño véase esta lista –en orden cronológico- de los temas abordados en el curso de una sesión de un día (7 horas de trabajo). Algunos psicoterapeutas han abordado varios temas, a veces en algunos minutos, a veces durante una hora.

(2) EMDR. (Eye movement desenzitization and reprocessing). Método de tratamiento neuroemocional por medio del movimiento rápido de los ojos o por una estimulación bilateral alternada (Francine Shapiro 1987), particularmente eficaz para las secuelas de traumas y que conjuga fácilmente con la Gestalt)


SIETE EJES DE TRABAJO


Cada caso o situación se aclara de acuerdo a siete ejes complementarios, sucesivos o simultáneos. Cuyo orden e importancia varían según los casos.

He renunciado a cualquier tipo de estereotipo de lectura uniforme, que a mi juicio parece frenar la espontaneidad y la creatividad, y puede generar un progresivo vaivén reduccionista. Prefiero el arco iris de siete proyectores de supervisión a cuya luz cruzada se aclara el paisaje de un día luminoso:


  1. El cliente: su historia familiar y personal, su nosografía específica;

  2. El terapeuta: su propio estilo, su carisma personal, sus puntos ciegos; su eventual de apoyo personal y de catarsis emocional;

  3. La relación terapéutica Terapeuta/cliente: la relación actual y sus problemas, los fenómenos transferenciales y contra transferenciales;

  4. El método Gestalt: lo que nos propone como enfoque y como técnica; el ciclo de contacto (contacto y separación);


  1. El campo: entorno y encuadre de trabajo, familiar, institucional o social; la red de campos complejos de un cliente, del terapeuta y del supervisor: los cuatro campos de referencia habitual en Gestalt;

  2. La relación supervisor/terapeuta supervisado: en el aquí y ahora de la sesión

  3. El paralelismo eventual de la supervisión con la terapia.


Según el terapeuta y según el caso, se dará más importancia a un eje, sin que por ello ninguno quede descartado.

Temo por igual la complacencia en el análisis de la contra transferencia del terapeuta –que corre el peligro de competir con el centramiento en el cliente-, como la profundización excesiva en el diagnóstico – que corre el peligro de ¡cosificar” al cliente encerrándolo en las rejas de nosografías preestablecidas.

La teoría es indispensable, pero sin que se haga invasiva y paralizante.

Temo por igual a la negligencia del campo específico de la situación como a la omnipresencia de este último que aplasta cualquier individuación.

Es preciso que exista Un marco de trabajo preciso, pero con puertas y ventanas amplias en las paredes, que permitan que la casa no se convierta en una cárcel.

Es impresionante el paralelismo de lo que sucede durante la supervisión con la

situación evocada, pero su búsqueda sistemática pude responder también a un simple deseo de brillo por parte de supervisor.


GESTALTIZAR” LA SUPERVISION


Aunque la supervisión no sea para mi una sesión de psicoterapia (volveré sobre este tema), desde una visión específicamente gestaltica, la encamino con el mismo espíritu, es decir desde el awareness (1) permanentemente despierto en el aquí y ahora de la sesión y en el contacto cliente/supervisor: estoy atento por igual la forma que al contenido: como me relata la sesión el colega supervisado hoy y a mi, en el campo relacional global del instante mismo, lo que incluye: a él, a mí mismo y, eventualmente, a los otros miembros del grupo de supervisión. El como me interesa tanto como el qué; el contexto tanto como el texto ; lo no verbal tanto como las palabras, lo emocional lo mismo que lo racional.


(1)Awareness: término que suele mantenerse en inglés en los medios gestaltistas; Se trata de un estar despierto consciente y preconsciente en los fenómenos internos y externos. El awareness se diferencia de la consciousness: es una toma de conciencia a la vez intelectual, emocional y sensitiva del estado interior del propio terapeuta y de los fenómenos exteriores (cliente y entorno)








De esta manera, destaco por igual tanto las palabras como las ideas, las intenciones e inflexiones de la voz, el ritmo de las palabras, los silencios, la respiración; vigilo las posturas, la postura de la cabeza, la mirada, los movimientos de las manos, etc. Pero tampoco estoy en ansiedad permanente, buscando cualquier señal o error: es importante no descorazonar al terapeuta –sobre todo al principiante- “sacudirle” sino tolerar por un tiempo sus aproximaciones (como cuando aprendemos un idioma extranjero), porque, de lo contrario, podríamos paralizar completamente su liberta de expresión, especialmente delante de un grupo. Así mismo es conveniente subrayar sus aspectos fuertes o positivos: no basta con arrancar la mala hierba, hay que regar la s flores.

Hay que respetar los puntos de vulnerabilidad y de hipersensibilidad como parte de una riqueza potencial: a través de las hendiduras penetra la luz en la gruta todavía obscura de toda personalidad.

No se pide al terapeuta, al igual que a una madre, que sea perfecto sino simplemente “suficientemente bueno” (Winnicot).

Al igual que en la terapia, es imprescindible crear un clima de confianza y de calidez para que aparezca la autenticidad y la profundidad de los intercambios, así como la aventura de una búsqueda en común de significados provisionales /”hermenéutica biodegradable”).

Ocasionalmente, subrayo el paralelismo frecuente y generalmente inconsciente, entre la situación aportada y la que vuelve a representarse, simbólicamente traspuesta, en el aquí y ahora de la sesión de supervisión. En psicoterapia, condeno a menudo el encarnizamiento terapéutico y la “furia de curar” (Freud): en supervisión, me alzo contra la “rabia de explicar” y de querer comprenderlo todo, preverlo todo, analizarlo todo, al precio de ahogar la espontaneidad, la creatividad y lo imprevisto que son características innatas de todo lo que vive.


5